Científicos han comprobado cómo las variaciones que existen dentro de las mismas especies permiten su adaptación a los ecosistemas más extremos.
Investigadores de varios países han logrado profundizar en el conocimiento de la biodiversidad bacteriana que existe en un ecosistema extremo de la Antártida, y han comprobado cómo las variaciones que existen dentro de las mismas especies permiten su adaptación a los ecosistemas más extremos.
En la investigación han participado científicos del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Salamanca (Irnasa-Csic), en España, del Instituto Tecnológico de Chascomús y el Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental (ambos en Argentina), del Laboratorio Nacional del Noroeste del Pacífico (Estados Unidos) y la Universidad de Pretoria (Sudáfrica), y los resultados aparecen publicados en la revista Molecular Ecology.
Los científicos han estudiado la microdiversidad -las variaciones que existen dentro de las mismas especies- de las comunidades bacterianas presentes en un ecosistema extremo de la Antártida, el complejo de humedales de Punta Cierva, donde han analizado 64 comunidades bacterianas mediante técnicas de secuenciación del ADN, y han sugerido que esa “microdiversificación” conduce a la aparición de comunidades bacterianas adaptadas a un hábitat específico.
Los ecosistemas antárticos presentan condiciones ambientales extremas que ejercen una gran presión selectiva, lo que determina los tipos de organismos que pueden vivir allí, ha subrayado el Csic en una nota difundida hoy.