
Son enfáticos: quieren tranquilidad, poco dolor y compañía en casa en los últimos instantes de vida.
“Quiero morir en mi casa, con aroma a lavanda, poca luz, ojalá con mi guía espiritual, escuchando Nightwish y los efectos de la psilocibina (un psicotrópico proveniente de los hongos)”, afirma la médica Luz Marina Cano, doctorada en educación y pensamiento complejo y experta en cuidados paliativos, cuando se le pregunta cómo quisiera morir.
Cano, una profesional que se encarga de tratar a los pacientes al final de la vida, remata que por nada del mundo quisiera que el desenlace fatal se diera en medio de maniobras de reanimación. Un deseo que ya dejó claro en un documento de voluntad anticipada.
Hace apenas unos días, mientras moderaba un foro sobre eutanasia, al preguntarle al auditorio compuesto en la mayoría por médicos si querían morir como lo hacen sus pacientes, ninguno levantó la mano, algo que me motivó a preguntarles a los colegas sobre esos últimos instantes de la vida.
Casi todos apuntaron a alejarse de los hospitales y de la alta tecnología que le da soporte a la vida en esos momentos y se inclinaron por estar en casa, en cama.
Por ejemplo, Rodrigo Córdoba, psiquiatra, manifiesta que quisiera morirse de una manera fulminante, pero ojalá con algún tiempo para dejar arregladas algunas cosas personales. Y aclara que le teme a las enfermedades devastadoras.
Por ejemplo, Rodrigo Córdoba, psiquiatra, manifiesta que quisiera morirse de una manera fulminante, pero ojalá con algún tiempo para dejar arregladas algunas cosas personales. Y aclara que le teme a las enfermedades devastadoras.
Y aunque el manejo del dolor no es una conducta diseminada en la práctica médica, la mayoría considera que en el instante de sus decesos el sufrimiento esté lo más alejado posible. Así empezó, a su turno, Gabriel Robledo, cardiólogo, al decir que si pudiera escoger la forma de terminar su vida elegiría el camino menos doloroso, en casa, rodeado de su familia y lejos de cuidados intensivos. Toda una paradoja para un experto en reanimación cardiaca.
La mayoría de los médicos dijeron sentir temor de enfermedades incapacitantes, que limitan la funcionalidad o son de larga duración, como lo dejó claro el ginecólogo Jairo Amaya, profesor de la Universidad Nacional, al enfatizar que no quiere fallecer en estas condiciones sino que preferiría hacerlo acostado, en su hogar.
Todos clamaron por no morir solos, como lo manifiesta Germán Maldonado, especialista en medicina del trabajo, que anhela un deceso de viejo, rodeado de las personas queridas, en un proceso ojalá muy corto.