El aceite de cáñamo (extraído de las flores y las hojas de la planta) ha sido popular desde las civilizaciones antiguas –egipcias y chinas, por ejemplo– gracias a sus propiedades que ayudan a tratar la inflamación y el dolor, y combatir los radicales libres, moléculas inestables que dañan las células y aceleran el envejecimiento.
El problema aparece cuando el aceite se mezcla con otras fórmulas, pues se puede oxidar o perder algunas de sus propiedades. Por eso el ingeniero químico Bayron Germán Flórez Bautista, magíster en Ingeniería Química de la UNAL, diseñó un proceso de encapsulación que preserva sus beneficios y que además resulta asequible y fácil de replicar por la industria nacional, que muchas veces no cuenta con la misma tecnología avanzada de las grandes empresas extranjeras.
“Analizamos opciones como la encapsulación por emulsificación, la tecnología de secado por pulverización (spray drying) y otros procesos avanzados, pero finalmente nos inclinamos por desarrollar un método que se pudiera replicar fácilmente en entornos industriales más modestos, utilizando equipos básicos como un agitador y ajustes de pH”, explica el investigado
El proceso consiste en crear una emulsión –como si fuera agua-aceite– mediante agitación rápida, y luego modificar el pH a través de una solución ácida para que las proteínas y los polisacáridos presentes se contraigan y encierren las pequeñas gotas de aceite esencial, lo que forma las cápsulas protectoras. De allí se pasa a una fase de separación y secado, y después de esta las partículas quedan listas para ser utilizadas.
“Hicimos los análisis y empezamos a identificar si ese proceso como tal funcionaría para encapsular. Tomamos las respectivas fotografías, y micrografías, y finalmente unos ensayos”, dice el autor del desarrollo.
Además de prolongar la vida útil de los aceites esenciales, este método de encapsulación evita su deterioro por oxidación u otros factores ambientales y favorece su eficacia cuando se incorporan en los productos. Así mismo, las cápsulas facilitan la “biodisponibilidad” actuando como un vehículo para los componentes activos que facilita que los principios activos lleguen mejor a donde tienen que hacer su efecto.
Aplicación al producto
Una de las etapas para probar la efectividad del proceso consistió en desarrollar una emulsión cosmética para una crema corporal a base de extractos naturales. Así el magíster corroboró que su desarrollo era viable y se podría utilizar en una amplia gama de productos.
“Lo aplicamos y también notamos que favoreció la estabilidad de la emulsión, dándole una buena estabilidad incluso comercial para una posterior producción”, indica.
Además, no descarta que este proceso de encapsulación también beneficie a otros sectores como el farmacéutico, dada la estabilidad de los principios activos del aceite que se logró con este método.
FUENTE : UNAL