Esto muestra que las relaciones entre la alcaldesa Claudia López y el presidente Iván Duque está en uno de los puntos más bajos –si no el más bajo– con consecuencias imprevisibles para todos.
Es cierto que entre ambos ha habido situaciones de enorme tensión. De hecho, desde el 1 de enero -cuando ella tomó posesión de su cargo- son varias las ocasiones en que López ha criticado la gestión del Presidente. Sin embargo, el episodio de la silla vacía del domingo sobrepasó los límites.
La Alcaldía organizó un acto con las víctimas que han dejado los hechos violentos de Bogotá iniciados por el asesinato del abogado Javier Ordóñez, por parte de un grupo de policías. Ella invitó al presidente Duque, quien delegó al comisionado de Paz, Miguel Ceballos, y a la Consejera de Derechos Humanos, Nancy Patricia Gutiérrez.
Cuando la alcaldesa iba a hablar, un hombre atravesó el escenario por la parte trasera hasta una silla vacía que estaba en uno de los costados y le pegó un papel con el nombre del presidente Duque. Era para significar su ausencia.
“La reconciliación inicia por ser transparente no como excusa para montar eventos y hacer trampa al Presidente”, fue el trino de Molano en clara alusión un acto organizado por la Alcaldía de Bogotá.
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Si bien en lo formal el presidente Duque ha sido cauto a hacer comentarios sobre la Alcaldía de Bogotá y mucho más sobre su alcaldes, es un hecho que Molano ha sido el encargado de responder por la Casa de Nariño.
Este distanciamiento pone en evidencia también que las relaciones entre la alcaldía de la capital y el Gobierno Nacional no fluyen como debería ser.