
El gigante petrolero Royal Dutch Shell acaba de devaluar masivamente el valor de sus activos -por ejemplo los campos petroleros en Norteamérica o en Brasil- debido al impacto del coronavirus en la demanda, dos semanas después de que su rival BP tomara una medida similar.
De esa forma decenas de miles de millones de dólares han sido virtualmente borrados de sus cuentas.
"El proceso está en marcha y va a seguir. Esperamos otras depreciaciones en el sector" estima Angus Rodger, del gabinete Wood Mackenzie.
"Hay que desconfiar de este tipo de anuncios. En tiempos de crisis, se suele aprovechar para limpiar la cartera de activos", sostiene Moez Ajmi, del gabinete EY.
La crisis sanitaria se tradujo por un hundimiento de la demanda de crudo debido a la ralentización de la actividad económica y en especial a la casi paralización del transporte aéreo.
Para 2020, la Agencia Internacional de Energía (AIE) apuesta por una demanda históricamente baja de 8,1 millones de barriles diarios (mbd).
Para 2021, anticipa una recuperación también inédita de 5,7 mbd, aunque la demanda seguiría por debajo del nivel de 2019, debido a las incertidumbres persistentes en el sector aéreo.
¿Declive?
Empresarios, analistas y ecologistas se preguntan si la demanda realmente se va a recuperar en los próximos años o si ya alcanzó su punto máximo el año pasado.
Esta noción del "pico petrolero" ("peak oil" en inglés) se debate desde hace años. Durante mucho tiempo los expertos buscaron determinar el momento en que las reservas petroleras empezarían a declinar. Hoy se hacen la misma pregunta sobre la demanda.
Esa pregunta se la hacía en mayo el nuevo director general de BP, Bernard Looney, en plena pandemia, cuando parte del personal recurría masivamente al teletrabajo y los aviones prácticamente no volaban más.