Ayer se celebró el Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia. En Colombia llegamos a este momento después de varios años de hitos y avances. Las batallas libradas ante la Corte Constitucional permitieron que las promesas de la Carta Política sobre igualdad se hicieran un poco más tangibles. La protección legal con la que cuentan las personas LGBT en el país era impensable hace un tiempo, y esto ha ido acompañado de un aumento en la representatividad. No es para menos que contemos, en la vida política, con figuras que desempeñan sus cargos sin temor a ser juzgadas por su orientación sexual o identidad de género. Son síntomas de una sociedad que se ha venido sacudiendo los prejuicios.
El camino sigue siendo largo. Cada paso hacia la igualdad, hacia el reconocimiento de Colombia es un país diverso donde todos cabemos, viene acompañado de gritos e intentos por retroceder. Los movimientos conservadores aprovechan cualquier excusa para culpar a las personas LGBT de todo lo que está mal con nuestra sociedad y, en ocasiones, sus discursos de odio tienen ecos en altas esferas del poder. Es necesario que, ante cada ataque, la respuesta sea siempre contundente: nuestra sociedad incluirá a todas las personas, sin exclusión por su orientación sexual o identidad de género, o no podrá llamarse a sí misma una democracia garantista. La discriminación es antónimo de la Colombia que soñamos en la Constitución de 1991.
El problema es que la violencia sigue ocurriendo. Como contó Colombia Diversa, “al menos 2.770 personas fueron asesinadas en los últimos años en A. Latina. La muerte de personas LGTB por ser lo que son es la forma más extrema de discriminación”. Según explicó la investigadora Nina Chaparro a El Espectador, “la encuesta nacional “Estrés, salud y bienestar de las personas LGBT en Colombia”, publicada hace unos días por la Universidad de California, todas las personas LGBT encuestadas señalaron haber vivido situaciones de violencias como golpes o agresiones verbales, y la mayoría experimenta a causa de la discriminación situaciones de estrés y angustias psicológicas con pensamientos o actos suicidas”.
El prejuicio mata. El prejuicio tortura. El prejuicio ha marcado y sigue marcando a generaciones y generaciones de colombianos. Lo hace, además, en los lugares más íntimos, con la complicidad de las familias, los colegios, de las personas llamadas a proteger a nuestras niñas, niños y adolescentes. Lo hace porque hay quienes siguen creyendo que hay algo malo en ser persona LGBT. A ellos tendremos que seguir mostrándoles que la realidad es distinta, y a todas las personas que siguen siendo perseguidas por el prejuicio necesitamos rodearlas como sociedad. Tenemos que seguir avanzando.