
Esas decisiones causaron el cierre de comercios, aeropuertos, empresas, actividades culturales y deportivas y han obligado a las personas a quedarse en sus hogares.
Esta situación no tiene precedentes en la historia reciente y no se vio incluso cuando el mundo se enfrentó a otra pandemia devastadora no hace mucho tiempo: la del H1N1.
La también llamada gripe porcina fue causada por un nuevo virus que mutó en los animales y comenzó a infectar a los humanos, en quienes causa una enfermedad que puede ser grave.
Entre 2009 y 2010, más de 200 países habían confirmado casos de la primera pandemia del siglo XXI. Pero la influenza A H1N1 no puso en cuarentena ciudades o naciones enteras.
En algunos países, los viajeros eran examinados, se aislaron casos sospechosos e incluso se suspendieron las clases, pero la propagación de ese virus prácticamente no paralizó a algunas de las economías más grandes del mundo como vemos ahora.
China, Francia, España, Italia, India y Reino Unido han tomado medidas drásticas para frenar el progreso de SARS-CoV-2, el nombre oficial del nuevo coronavirus.

El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, pidió el fin de la cuarentena que los estados han implementado y dijo que su impacto económico será peor que el de la pandemia.
También criticó las medidas tomadas en todo el mundo y, refiriéndose a la pandemia de H1N1, dijo: "Tuvimos una crisis similar en el pasado. La reacción ni siquiera estuvo cerca de lo que está sucediendo hoy".
¿Están justificadas estas respuestas drásticas al nuevo coronavirus? ¿O se exagera?
Los médicos, virólogos y economistas consultados por BBC Brasil dicen que estas medidas son necesarias en este momento, porque el SARS-CoV-2 tiene características diferentes al H1N1, y ha causado una pandemia más grave, contra la cual no tenemos armas más que el aislamiento social.