A diferencia de lo sucedido en el mundo —disminución del precio al consumidor—, en Colombia la carne mantiene un precio “establemente alto”, a pesar de que el del ganado cayó en más del 20%. Ya sucedió en 2009, cuando se desplomaron las exportaciones a Venezuela, cayó el precio del ganado, pero no se redujo un peso el precio al consumidor.
¿Quién se quedó y hoy se queda con ese margen billonario? Un segmento de intermediarios ociosos que, al amparo de la informalidad, se convierten en formadores efectivos de precios y verdaderos buitres que devoran el esfuerzo ganadero y el bolsillo del consumidor.
Es una situación que le he hecho saber a las carteras de Agricultura y Comercio, pues tan importante como persistir en el esfuerzo exportador, es eliminar las distorsiones del mercado interno en beneficio de quienes producen y quienes compran.